sábado, 30 de enero de 2016

DIOS PROVEE EN TIEMPO DE ESCASEZ III (Serie #1 Sermón #3)

Con este mensaje he llegado al final de la Serie "Dios También Provee en Tiempos de Escasez". La intención  fue entregarles tres principios cristianos para aplicar en tales tiempos. Los principios son:

1. Dios dirige y provee a los que VIVEN EL LA PRESENCIA DE DIOS.

2. Dios multiplica su provisión a aquellos que COMPARTEN.

3. Y el último principio que quiero comunicarte hoy es: Dios escucha el clamor de quien...




Hace algunos años leí una historia acerca de la oración de una niña que vivía en tiempos de escasez. Esta historia me conmovió,  me dispuse a buscarla nuevamente y la encontré, La utilizo hoy porque ilustra muy bien lo que significa interceder por alguien en tiempos de escasez. La historia es la siguiente: 


Una noche, había trabajado duro para ayudar a una madre en su parto; pero a pesar de todo, ella murió dejándonos con un bebé prematuro diminuto y una hija de dos años que lloraba. Sabíamos que tendríamos dificultad en mantener con vida al bebé, ya que no teníamos incubadora (ni siquiera teníamos electricidad para hacer funcionar una incubadora). 
Tampoco teníamos facilidades para darle alimentación especial. A pesar de vivir en el ecuador geográfico, las noches a menudo eran frías con corrientes de aire. Una comadrona estudiante fue a traer la caja que teníamos para esos bebés y la frazada de algodón en la que debería envolverse al bebé. 
Otra fue a avivar el fuego y a llenar una bolsa con agua caliente. Regresó rápido apenada a decirme que al llenar la bolsa, esta se había reventado (el plástico fácilmente se echa a perder en los climas tropicales). Exclamó, "!Y es nuestra última bolsa de agua caliente!"
En occidente decimos que no es bueno llorar sobre leche derramada. Tampoco en el África Central es bueno llorar sobre una bolsa de agua caliente estallada. Estas no se dan en los árboles y no hay farmacias en los extravíos de la selva. 
"Está bien" le dije, "ponga al bebé tan cerca del fuego y con todo el cuidado que pueda, duerma entre el bebé y la puerta para librarlo de los vientos. Su trabajo es mantener al bebé con calor". La tarde siguiente, tal como lo hacía la mayoría de días, fui a orar con algunos de los niños del orfanato que se reunían conmigo. Yo les di a los más jóvenes varias sugerencias de cosas por las cuales orar y les conté del diminuto bebé. Les expliqué nuestro problema por mantener al bebé caliente. Mencioné lo de la bolsa para agua caliente, y que el bebé podría morir fácilmente si se enfriaba. También les conté de la hermanita de dos años, llorando porque su mamá había muerto 
Durante el tiempo de oración, una niña de diez años, Ruth, oró con la forma usual concisa y sin remilgos de nuestros niños africanos. "Por favor, Dios" pidió ella, "envíanos una bolsa para agua caliente. No nos servirá mañana, Dios, porque el bebé ya está muerto, así que por favor envíanosla esta tarde" 
En lo que me tragaba una bocanada de aire frente a la audacia de la oradora, ella agregó, "¿Y a la vez, podrías por favor enviarnos una muñeca para la pequeña hermana para que sepa que realmente la amas?" 
Como pasa con la oración de los niños, fui puesta en un apuro. ¿Podía decir yo honestamente, "Amén"? Oh, sí, yo sé que Dios todo lo puede, La Biblia dice así. Pero hay límites, ¿o no?. La única forma en que Dios podía responder a esta oradora muy particular sería enviándome un paquete desde mi país. Yo había estado en África por casi cuatro años para ese entonces, y nunca, nunca había recibido un paquete enviado desde mi país. De todos modos, si alguien me enviase un paquete, ¿quién pondría una bolsa para agua caliente? ¡Yo estaba viviendo en el ecuador geográfico! 
A media tarde, cuando estaba dando clases a las enfermeras, recibí el mensaje de que un carro estaba estacionado en la puerta de enfrente de mi residencia. 
Cuando llegué a mi casa, el carro ya se había ido, pero allí, sobre la baranda, había un paquete grande de veintidós libras. Sentí lágrimas mojando mis ojos. No podía abrir el paquete yo sola, así que mandé a llamar a los niños del orfanato. 
Juntos tiramos de las cintas, deshaciendo cuidadosamente cada nudo. Doblamos el papel, cuidando de no romperlo demasiado. La excitación iba en aumento. 
Algunos treinta o cuarenta pares de ojos estaban enfocados en la gran caja de cartón. 
De hasta arriba, saqué unos jersey de punto de colores brillantes. Los ojos relumbraban conforme los levantaba. Después había las vendas de punto para los pacientes leprosos, y los niños mostraron un leve aburrimiento Luego venía una caja de pasas mixtas con pasas de Esmirna - estas harían una porción para el pan del fin de semana. A continuación, cuando volví a meter la mano, pensé ¿...estoy sintiendo lo que en realidad es? Agarré y saqué si, una bolsa para agua caliente nueva. Lloré. no le había pedido a Dios que me la enviara; porque realmente no creí que Él pudiera hacerlo. Ruth estaba al frente de la fila que formaban los niños. Ella se abalanzó, afirmando, "¡Si Dios nos envió la bolsa, debió mandarnos también la muñeca!" 
Hurgando hasta el fondo de la caja, ella sacó la muñeca pequeña y bellamente vestida. ¡Sus ojos brillaron! ¡Ella nunca dudó! 
Viendo hacia mi, preguntó: "¿Puedo ir con usted y darle esta muñeca a la niña, para que ella sepa que Jesús la ama en realidad? 
El paquete había estado en camino por cinco meses completos. Empacado por mis antiguos alumnos de la escuela dominical, cuyo líder había escuchado y obedecido a Dios urgiéndole a enviar una bolsa para agua caliente, a pesar de que iba para el ecuador geográfico. Y una de las niñas había puesto una muñeca para una niña africana -cinco meses antes, en respuesta a la oradora de diez años que creyó y pidió que lo trajera "esa tarde". (1)

Los tiempos de escasez nos invitan a confiar en Dios, pero no sólo para nuestras necesidades, sino también por las necesidades de los demás. Debemos desarrollar la solidaridad y ternura de esta niña e interceder por aquellos que por causa de una tragedia son incapaces de llegarse a Dios ya sea  porque estén desalentados decaídos, derribados, o porque simplemente no conocen a Jesús. Debemos orar en favor de otros porque la...




Nuestro entorno es nuestra familia, amigos, vecinos, comunidad, estado, país, y en última instancia el mundo, si algo pasa  en cualquiera de esos círculos nos afecta.

El entorno inmediato de Elías era la Viuda y su hijo. Cuando el niño murió, incapacitada para llegarse a Dios, esta mujer no tuvo más opción que quejarse amargamente con Elías y culparlo por su situación. El entorno de Elías empeoró. La Biblia dice:
(17) Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. (18) Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios?¿Has venido a mi para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?  (1 Reyes 17: 17-18)
Imaginémonos el asombro y la alegría de la viuda al experimentar el milagro de la multiplicación de la harina y el aceite (1 Reyes 17:8-16), este ambiente duró hasta que enfermó su hijo y murió, luego de esto todo cambió, la alegría se convirtió en amargura, queja, rabia, tristeza y desconsuelo, su percepción de las cosas también cambió, ahora miraba a Elias como el enviado del Dios que castiga su pecado. Ella pasó de experimentar la Gracia de Dios al Juicio.

Cuando una persona cae en una desgracia lo primero que salta a su mente es que Dios la está castigando y generalmente no tiene la disposición de buscar a Dios porque cree que Él está en su contra, esta necesita de alguien que la consuele y abogue por ella ante Dios. Este es precisamente  el papel que hace nuestro Señor Jesucristo, él es nuestro abogado defensor y a la vez nuestro consolador, estas son las dos funciones de un parakletos (palabra griega traducida en el texto bíblico por abogado).   La Biblia dice:


Hijos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. (1 Juan 2:1) 

Mucha gente piensa que Jesús vino a este mundo a juzgar al mundo, así como esta mujer pensaba que Elías estaba allí en su casa para juzgarla, pero nada más alejado de la realidad, Jesús no vino al mundo a condenarlo, vino a salvarlo porque el mundo ya estaba bajo condenación. La Biblia dice:


Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. (Juan 3:17)

La viuda llegó a pensar que  Elías  estaba allí para condenarla, pero en realidad estaba allí para salvarla de la sequía y de la tragedia de su hijo, porque ella ya estaba, como todos los demás, bajo el juicio de Dios sobre esta región, solo que a ella a través de Elías se le ha manifestado su gracia.

El mundo entero desde que Adán pecó está bajo condenación, Jesús es la manifestación de la gracia divina, que salva al hombre de la condenación. La Biblia dice: 


Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. (Juan 1:17)
Cuando predicamos a Jesús estamos predicando la gracia y la verdad de Dios sobre la gente. En lugar de ser indolentes ante una situación de tragedia en nuestro entorno, mostremos la gracia y la verdad de Dios. Una mala noticia puede convertirse en una oportunidad de compartir a Cristo y en una oración de intercesión por tal noticia. 

Cuando Elías se encontró  con este terrible cuadro pudo haberse ido de la casa de la viuda y seguir su camino, pero había un propósito mayor que el haber sido alimentado allí en esa casa, Elías estaba para mostrar la misericordia de Dios. 

Venezuela está viviendo un tiempo trágico, no hay comida en los supermercado, no hay medicamentos, los centros asistenciales están colapsados, crece la violencia y la maldad, no hay seguridad social. Venezuela necesita que mostremos a Jesús y  de nuestra intercesión, para que Dios vuelva su rostro sobre nosotros. Cuando un cristiano clama y Dios escucha su clamor, cambia el entorno.

Nadie puede decir que está bien si su entorno está mal. El que intercede debe ponerse entre Dios y el necesitado para pedir por él. Debe conocer a Dios y conocer la necesidad de por quien intercede y llevársela a Dios. Debe tomar la iniciativa porque...






La sequía sobre la tierra no cesó hasta que Elías oró, y la situación de la viuda no cambió hasta que Elías clamó por su hijo. No debemos ser pasivos ante lo que sucede a nuestro alrededor, cuando ignoramos nuestro entorno, lo mas probable es que empeore, en lugar de ello debemos ser activos en la oración, porque la oración mueve la mano de Dios. Cuando Elías vio la situación de la viuda y su gran amargura, no contendió con ella sino que actuó. La Biblia dice:


(19) El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. (20)Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? (21)Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y le dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. (22) Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió. (23) Tomando luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, y lo dio a su madre, y le dijo Elías: Mira, tu hijo vive. (24) Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca. (1 Reyes 17:19-24)

En este texto hay dos cuadros hermosos sobre tomar la iniciativa, el primero ilustra la iniciativa  de nuestro Señor Jesucristo al ver a un mundo perdido y el segundo nuestra intercesión por los demás.

Agustín de Hipona (S/F) vio en la acción de Elías un tipo de la acción de Cristo, él escribió lo siguiente: 


El hijo de aquella viuda yacía muerto, como el hijo de la iglesia, es decir, el pueblo de los gentiles estaba muerto por los muchos pecados y crímenes. Elías orando resucitó al hijo de la viuda; Cristo, con su venida, al hijo de la Iglesia, es decir, redime al pueblo cristiano de la cárcel de la muerte, Elías se inclinó en oración y revivió al hijo de la viuda; Cristo se acostó en la pasión y dio vida al pueblo cristiano. 

Cuando eramos impotentes para salvarnos a nosotros mismos porque estabamos muertos en nuestros delitos y pecados, Jesús murió en nuestro lugar, tomó nuestros pecados en la cruz, estuvo tres días en el sepulcro y resucitó.  Elías llevó al niño a su aposento y se tendió sobre él tres veces, para interceder por él ante Dios, y lo resucitó. Jesús estuvo tres días en la tumba, luego resucitó y nosotros con él. Porque así como los que creemos participamos de su muerte, también participamos de su resurrección, tanto que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. La Biblia dice:Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. (Colosenses 3:3)

El segundo cuadro es el nuestro, cuando nuestro prójimo esté mal, debemos "tomarlo en nuestro regazo y llévalo al aposento alto"  es decir llevar su dolor a nuestro lugar de oración hasta que su sufrimiento sea el nuestro y lo llevemos a Dios abogando por él, eso fue lo que hizo Elías con la Viuda al orar abogó por ella, diciéndole a Dios:  Jehová Dios mío ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? (1 Reyes 17:20)






Definitivamente vivimos en tiempos de escasez, y debemos interceder por aquellos que lo necesitan. No quiero ser pesimista pero hasta que no intercedamos no veremos cambios en nuestro entorno, es hora de hacer algo ante la necesidad de otro. En nuestra iglesia tenemos oración de lunes a viernes a partir de la 7 de la mañana y lo hemos dedicado a la intercesión, los sábados a partir de las 8 de la mañana hasta las 12 del mediodía y lo dedicamos al ayuno para interceder, los domingo tenemos un espacio para leer un salmo e interceder todos juntos. Debemos contagiarnos todos para interceder, estos espacios están allí para asistir y no debe ser sólo un grupo selecto el que se reúna para hacerlo. Yo los desafío a asistir a parte del domingo por lo menos a un servicio de los que antes he descrito y a un servicio especial por Venezuela, si me preguntan por qué tanto énfasis en la intercesión, yo les respondo porque cuando intercedamos todos juntos veremos los cambios. 

Pastor Carlos Fuenmayor.

Bibliografía


(1) http://www.blogdecristo.com/2011/06/el-poder-de-una-oracin-con-fe.htm

Hipona, Agustín (S/F). Obras Completas de San Agustin XXVI, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid

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